La reflexión como estrategia de negocio
En el mundo empresarial, resulta muy común encontrarse con compañías sin rumbo. El alto índice de empresas que van a la quiebra año tras año parece no frenar. Esto, se debe al desconocimiento de parte de las empresas sobre los negocios a los que se enfrentan. Hace falta un modelo, una estrategia definida para lo que será el panorama de la organización.
Debe existir dentro de los directivos, un proceso de reflexión que lleve a ese objetivo. Y sobre todo, debe ser una reflexión efectiva encaminada a comprender las dinámicas del mercado actual.
Si bien sabemos que las formas de consumo han cambiado, hoy en día no hay un esfuerzo por entender el “para qué” de los negocios. El consumidor moderno, no solo consume productos que sirvan o no le sirvan, sino que contratan marcas que les resuelvan sus necesidades.
En ese orden de ideas, el principal interrogante no es cómo se ejecutan las actividades ni con qué tecnologías y medios se entrega un productos. Lo realmente productivo es preguntarse, ¿para qué contratan los clientes a las marcas y por qué las compañías hacen lo que hacen?
Claramente, las compañías saben muy bien lo que ejecutan dentro de su plan de acción, sin embargo, muchas veces no perciben por el “para qué” lo hacen.
Ahora, para comprender bien dicho fenómeno, dicha reflexión debe basarse el cliente, en sus comportamientos, por tratar de comprender cual es el plan de la organización con el mismo.
Esta reflexión no debe ser sinónimo de descubrir que problemas hay en la organización, sino ser más sensible de como se está y debería comportarse la misma.
En conclusión, debe haber un conocimiento pleno de las empresas del negocio en el que están, y así mismo, tratar de volverse necesarios en la vida de las personas, pero pesando en el para y el por qué de cada acción, ya que una mala percepción de los públicos hoy en día es una etiqueta muy difícil de quitar y resulta más efectivo tratar de comprenderlos y adaptarse a los cambios.